lunes, 9 de julio de 2012

Un corazón lleno de estrellas VIII


EL PERFUME DE UNA ROSA

Unos días más tardes, Michel se presentó en casa de Antoine Lagrange a por la rosa que le había prometido. Ni siquiera le mencionó el destrozo de su jersey.

Michel pasó hasta el jardín y ahí estaba, la primera rosa del año, única, pequeña y roja como la sangre.

-          ¿Quieres cortarla tu mismo?- preguntó Antoine-.

Michel estuvo apunto de decir que sí, pero e dueño de la casa no le había dado tijeras. ¡Esperaba que sacara las suyas como prueba del delito? Se quedó inmóvil hasta que el contable añadió:

-          Ah, claro, voy a traerte unas tenazas de jardín.

Con la rosa ya en mano y después de darle media docena de veces las gracias, Michel se dirigió hacia el hospital.

Por el camino se acordaba de Eri. Si ella moría, sería tragado definitivamente a las tinieblas para siempre.

Eri no podía morir. Debía despertar para vivir con él un amor de larga duración. Un amor para siempre. Al llegar al hospital, las piernas volvían a temblarle, mientras subía las escaleras temía que su amiga ya no estuviera allí.

Llegó a la habitación y para su alivio Eri seguía en la cama. Sin embargo, la niña estaba muy desmejorada. Michel la hubiera abrazado de no ser por estar custodiada por la monja enfermera. Al verlo entrar, le lanzó una mirada severa mientras le decía:

-          ¿Qué haces aquí?

-          Traigo una rosa para Eri

Los ojos de la monja se ablandaron al ver la rosa diminuta que temblaba en sus manos. Luego le señaló un vaso con agua al lado de la cabecera de la cama y le ordenó:

-          Déjala aquí, a ver si el perfume de la rosa da un poco de color a la bella durmiente.

-          Luego volvió a sus labores de punto muy concentrada.

-          A aquella mujer le había abandonado la esperanza

LOS AMIGOS SON LA FAMILIA ESPIRITUAL

QUE ESCOGEMOS PARA EL VIAJE DE LA VIDA

Michel salió tan mal del hospital que no se dio cuenta de que se dirigía hacia el cementerio. Una vez allí, se quedó observando a un joven vestido de soldado que se inclinaba para besar la tumba. El cazador de estrellas, se acercó curioso ya que podía tratarse de otro tipo de amor.

El soldado se giró lentamente hacia Michel y lo miró con sorpresa.

-          ¿Qué haces aquí?- le preguntó

-          - Vengo a hacerle compañía. Me da pena verlo solo entre los muertos.

Este comentario hizo sonreír al soldado, que se sentó junto a la tumba de un hombre llamado Vincent de unos 22 años.

-          He venido a rendir visita a alguien que es mi amigo y padre de mis hijos.

-          ¿Cómo?- preguntó Michel asombrado-. Eso sí que no lo entiendo. Si son sus hijos…

-          Si, mis hijos tienen un padre biológico, que soy yo. Pero también tienen un padre espiritual, Vincent. Por lo tanto, tienen una madre y dos padres. ¿Te gustaría oír esta historia?

-          Desde luego. Que alguien tenga dos padres a la vez puede explicar por qué yo no tengo familia.

El soldado se tomó a broma el comentario y comenzó a contarle la historia:

-          Vincent y yo éramos los mejores amigos de un regimiento que defendía este lado de los Alpes. Cuando me llamaron a filas yo estaba casado y mi mujer esperaba gemelos. Él era una viva la virgen sin atadura alguna. Su sueño era hacerse marino y viajar por el mundo cuando acabara la guerra. Pero entonces….

-          Una noche el sargento nos hizo avanzar hacia una posición sobre una lo,a que acababa de abandonar el enemigo. En lo alto había una cabaña donde habían vivido los soldados. Al acercarnos silenciosamente oímos con claridad un gemido en el interior.

-          Un herido- apuntó Michel.

-          Exacto. Sus jefes lo habían abandonado y sabíamos que iba armado.

-          Tras un buen rato, el sargento me eligió a mi para que entrara y encañonara al herido. Incluso me dio permiso para disparar a ciegas pero Vincent se ofreció para ir en mi lugar. Es más, prometió dispararme por la espalda si me acercaba a la puerta.

-          ¿Y eso por qué?

Una lágrima tembló en el ojo del soldado antes de responder:

-          Dijo que no tenia esposa y dos hijos en camino, por eso prefería arriesgarse en mi lugar por si las cosas se torcía…Y así fue. Ante de que abriera la puerta fue abatido de un tiro.

Puesto que Vincent se sacrificó por mí, mis hijos tienen dos padres, porque yo les di la vida a ellos y Vincent me la dio a mí. ¿Entiendes?

Michel bajó la cabeza conmovido. El soldado concluyó:

Por tanto, nunca te atrevas a decir que no tienes familia, porque eso es mentira. Hay vínculos más poderosos que los de la sangre.

-          De acuerdo, nunca mas lo diré. Pero, ya que la guerra ha terminado, ahora que has honrado a tu amigo, ¿puedo llevarme un trocito de tu uniforme?

Si supieras que mañana nos tenemos que despedir, ¿qué es lo que no querrías perder la oportunidad de decirme?

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